Visión de los colores.

 

En 1802, Thomas Young propuso una de las primeras teorías sobre la visión del color: la teoría componente o tricromática. Más adelante, fue pulida por Hermann Von Helmholtz en 1852. Según esta teoría, existen tres tipos diferentes de receptores del color (conos) y cada uno de ellos, posee una sensibilidad espectral diferente. Además, el color de un estímulo estaría codificado por la cantidad y proporción de actividad de esos receptores.

Por otro lado, Ewald Hering propuso la teoría del proceso oponente, en 1878. Hering postuló la existencia de dos tipos de células en el sistema visual para codificar el color y otro tipo más destinado a codificar la luminosidad. Su hipótesis giraba en torno a que cada tipo de células codificaba la percepción de dos colores complementarios (pares de colores que producen blanco o gris cuando se combinan en la misma medida).

Ahora bien, ¿en qué basó Hering su teoría? Observó que los colores complementarios no se dan juntos. En palabras del autor, “no hay algo así como amarillo azulado o verde rojizo”. Otro argumento que le llevó a elaborar su teoría fue que la postimagen que produce mirar fijamente el color rojo es verde y viceversa. Así como la postimagen al mirar el color amarillo es azul y viceversa.

No fue hasta principios de los años setenta del siglo pasado, cuando se confirmó la teoría de Young. Gracias a la micro espectrofotometría  técnica para medir el espectro de absorción del foto pigmento que contiene un cono, se observó la existencia de tres tipos de conos en la retina en aquellos seres vivos con una buena visión del color.

Al mismo tiempo, descubrieron que cada uno de estos conos contiene un fotopigmento diferente con su espectro de absorción particular. Así, algunos conos son más sensibles a las longitudes de onda larga, otros a las ondas medias y otros a las ondas cortas.



 

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